Como ya se ha expuesto, la pandemia por COVID-19 ha generado condiciones extraordinarias para desarrollar la función educativa. Durante la semana pasada, se expusieron datos sobre disponibilidad tecnológica y acceso a internet, en el contexto rural y urbano. Más allá de los datos, las lecciones de esta situación deben traducirse en acciones concretas, que pongan a nuestro sistema educativo en mejores condiciones para la atención de cualquier otra emergencia ocasionada por condiciones sanitarias o de desastre.

            Frente al regreso presencial, experimentamos una nueva ola de contagios. En palabras de Sylvain Aldighieri, jefe del equipo RSI, Alerta y Respuesta ante Epidemias de la Organización Panamericana de la Salud:

“Una de las cosas notorias en México y en el mundo es que aún cuando existen estas terceras oleadas, estos repuntes, estamos teniendo casos pero la hospitalización y las defunciones no crecen a la misma velocidad, crecen de una manera más controlada en la medida que la vacuna ha hecho su efecto”[1]

Esta situación debe ser considerada en su justa dimensión: nadie puede garantizar que la humanidad no volverá a vivir una emergencia sanitaria de gran magnitud como la del nuevo coronavirus, pero sí podemos tomar acciones preventivas que nos permitan superar los obstáculos ocasionados por los confinamientos. Como se mencionaba, estamos frente al regreso presencial de estudiantes, pero también frente a pronósticos complejos de salud pública:

“El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, estima que los contagios pueda aumentar hasta en 15 % o 18%.

‘Esto podría representar un cambio en la tendencia de la epidemia o podría no’, expresó López-Gatell la semana pasada en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y aunque evitó hablar de una tercera ola, el funcionario hizo un llamado a la ciudadanía a ‘seguir observando las medidas de precaución’.

México tuvo su primer pico de contagios en julio de 2020 y en los meses posteriores descendió. Para enero de este año se vivió la "segunda ola", reconocida por las propias autoridades sanitarias, debido a que el coronavirus puso en jaque a muchos hospitales del país, sobre todo en la capital.

Ahora, la alerta por una posible tercera ola se centra en dos estados, Quintana Roo y Baja California Sur, que ya registran mayores contagios diarios que en el pico de enero.

‘Una nueva oleada pudiera ser, pero la realidad es que no tenemos capacidad de predecirlo. Sencillamente lo claro es que sin medidas suficientes de control sí vamos a tener un repunte importante’, dijo el especialista en salud Xavier Tello en entrevista con la agencia EFE”[2]

En este sentido, el pasado 28 de abril de 2021, la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión aprobó un Dictamen en materia de educación a distancia, en línea, virtual y semipresencial o híbrida.[3]Este documento busca generar las bases para que las autoridades educativas emitan lineamientos y cuenten con condiciones operativas para continuar con las labores educativas en condiciones extraordinarias. Aunque este Dictamen sigue pendiente de aprobación en el Senado de la República, su contenido sirve para guiar mejoras en otras leyes, como lo son las locales, que deben estar en condiciones óptimas frente a la pandemia.

            Por estas razones, he presentado una iniciativa en el Congreso de Puebla para adaptar nuestra legislación local a los nuevos retos generados por la pandemia, con el uso y aprovechamiento de la tecnología, así como de criterios para la garantía del derecho al internet. Se trata de garantizar la continuidad educativa con lineamientos, alianzas estratégicas, y, sobre todo, con políticas permanentes para lograr la disponibilidad tecnológica y reducir la brecha digital (que se traducirá en reducir una cara de la desigualdad).